Es el turno de Eun Chan y Gong Yoo >.< El 14º capítulo es el desenlace del apuesto sexy y su empleado chica xD Las cosas serán intensas, como dije. Tal vez se haga repetitivo el hecho de que Gong Yoo se lamente todo el tiempo, pero realmente la pasó mal sabiendo que se había enamorado de un hombre. El drama también es algo así (obviamente mejor xD). Traté de meterme lo mejor que pude en la cabeza de él. En fin, otro desenlace del fanfic:
Cada vez que podía me
desahogaba. ¿Desde cuándo me había vuelto tan violento? Rompía cosas para
descargarme. ¿Hasta qué punto de enfado me haría llegar Eun Chan con sus
engaños? Yo realmente la pasé muy mal en
el pasado. Ella no tiene ni idea de lo que ocurrió a causa suya. ¿Cree acaso
que aceptar que yo era “gay” fue fácil? ¡Estuve días y noches enteras pensando
en que no podía ser! Había estado sufriendo un enamoramiento yo solo… sin darme
cuenta de que en realidad amaba a una mujer. ¿No tiene ni idea de todo lo que
me ha causado? Desde el primer momento en el que comenzó a gustarme me estuve
torturando día y noche, sin poder dormir, culpándome, desesperándome y… al
final simplemente lo que sentía por Eun Chan pudo con todo. Entonces dejó de
importarme si en el pasado jamás vi a un hombre, decidí que Eun Chan era todo
en mi vida y que finalmente siendo mujer u hombre la quería demasiado. Así fue
como me declaré y Eun Chan me correspondió. Pero hace poco que Jeremy, aquel
muchacho que iba detrás de ella, me dijo que era mujer. ¡Es imposible! ¿En qué
cabeza cabía que aun soltándole aquel discurso de que no me importaba si era
hombre o extraterrestre ella decidió que seguir mintiéndome y atormentándome
era lo mejor? ¡Jamás! Nunca pensó en mí… Y, aunque últimamente me sigue de vez
en cuando y si puede me pide disculpas, y aunque aun la ame demasiado, el daño
ya está hecho.
-
Creo que lo
estás pensando demasiado, Hyung. – decía uno de los trabajadores y amigo de Eun
Chan. Le fulminé con la mirada. No respondí. Él suspiró – ella realmente está
muy apenada por todo…
-
No me importa
– susurré con rabia y me levanté tratando de irme a otro lado a seguir
trabajando con mi portátil.
-
En serio
Hyung – dijo levantándose. – ella realmente necesitaba el trabajo ¿Crees que te
engañó con aquella intención? Su situación es distinta a la tuya. Sabía que si
se descubría que era chica la echarían de aquí… Hyung. – cerré la puerta de la
cocina en sus narices. Respiré hondo apoyándome en una encimera. ¿Es que no
podía trabajar en paz?
¿Todo el mundo tenía
ganas de fastidiarme hoy? Bufé, salí al servicio y me lavé la cara. En cuanto viniese Eun Chan iba a echarla del
trabajo ya. Al fin y al cabo era una mujer, y este lugar solo aceptaba a
hombres por empleados. Fui al salón de nuevo y me puse a seguir trabajando en
mi ordenador. Pero aquella maldita chica no se salía de mi cabeza. ¡Mierda!
Debía sacarla fuera en cuanto antes… o iba a atormentarme toda la vida. Cuando
fue la hora de comer salí a algún restaurante cercano a comer solo, últimamente
los empleados de mi propio café rogaban por el perdón de ella. Eso me ponía de
un humor realmente asqueroso. Cuando volví ya era hora del turno de Eun Chan.
Estaba sentado en el salón de nuevo y vi como por la puerta se apareció por
primera vez ante mis ojos vestida de mujer. Tragué saliva, seguía siendo
preciosa, pero el hecho de verla vestida de mujer hizo que mi enojo también
aumentara. Me puse rojo de cólera y la observé acercarse hacia mí. Una vez en
frente mío tuve que armarme de valor.
-
Hemos de
hablar. – dije serio – sígueme. – fui hasta la parte posterior del café, ella
solo me siguió en silencio. Aquel lugar estaba al aire libre y servía un poco
de almacén, habían algunas mesas y
sillas con algunos platos y vasos. Me paré esperando serio. Se situó frente a
mí.
-
Sr. Gong Yoo…
- comenzó diciendo, pero yo no iba a oír ninguna clase de discurso por lo que
la interrumpí.
-
Estás
despedida – dije con voz dura. Me miró con la necesidad de hablarme en los
ojos, brillaban y me gritaban que le perdonase ¿tenía algo en la cabeza? Eso
jamás.
-
¿Des-pedida?
– tartamudeaba. Reí cínicamente.
-
¿O prefieres
“despedido”? – de sarcasmo nada…
-
Sr. Gong Yoo…
yo sabía que pasaría. – decía – solo necesito que me oiga un minuto. Por favor,
será suficiente.
-
¿Un minuto? –
dije volviendo a mi semblante hosco. – No tengo demasiado tiempo como para
gastarlo inútilmente en…
-
Lo siento –
dijo a punto de llorar – perdóname – la voz le temblaba, no llevaba falda ni
escote, simplemente se vistió más femenina y oír a una mujer a punto de llorar
realmente era uno de mis puntos débiles. Pero no con ella, no iba a flaquear.
-
Tarde – dije
dispuesto a largarme de allí. Pero cogió mi brazo y llorando decía:
-
Yo también la
pasé mal – se le rompió la voz – de verdad que quería decírselo, aquel mismo
día se lo iba a contar. – tragué saliva.
-
¿En serio? –
otra vez dije cínico.
-
Lo juro. –
decía – tenía miedo. Yo… sabía que si se lo decía iba a enfurecer justo como
ahora. Sabía que me echaría de la cafetería por ser mujer. Pero igualmente lo
iba a contar. De verdad lo juro.
-
Pues ya está.
Ya lo sé y ahora te voy a echar – quería largarme otra vez.
-
Por favor –
dijo detrás de mí. – perdóname. – lloraba desconsoladamente. Me giré, no podía
soportar un minuto más todo aquello. Cogí fuertemente su brazo.
-
Dime – dije
con una voz intensa - ¿te reíste mucho de mí? ¿te burlaste pensando: “qué
estúpido, piensa que soy un hombre”? Debiste haberte reído hasta el cansancio –
dije pensando en todo lo que tuve que pasar – pensando en cómo un chico te
pediría ser su novio y que no le importaba si eras un hombre o un alien. Que de
todas formas te amaba. ¡Qué ya no le importaba nada! – grité.
-
Perdón –
seguía llorando. Apreté más de su brazo.
-
Que lo dejó
todo atrás solo por conseguirte… - decía. Yo también lloraba de rabia – que
dejó de ser el mismo y ¡se olvidó de cómo fue siempre!
-
Lo siento –
era lo único que podía decirme.
-
¿Lo sientes?
– otra vez el cinismo - ¡pasé noches enteras atormentándome y pensando que me
había enamorado de un chico! Noches enteras pensando en cómo iba a hacer para
quitarte de mi mente… ¿de verdad no te diste cuenta de mi humor durante esos
días? ¿Qué pensaste cuándo no venía constantemente o cuándo te gritaba sin
razón? ¿Qué pensaste cuando me confesé? ¿En ningún momento se te ocurrió
decirme la verdad?
-
Lo iba a
hacer – lloraba.
-
¡Mentira! –
solté su brazo. Debía seguir hablando, debía seguir echándole todo el cara o no
podría conmigo – No tienes ni idea de todo lo que tuve que pasar solo para
conseguirte. Tuve que dejar atrás quién era yo, a mi familia, amistades, el qué
dirán solo para tenerte. Porque no podía olvidarte. – me dolía. – Y tú… ¿lo
sientes? – sonreí - ¿de verdad? ¿Lo sientes? – levantaba la voz.
-
Gong Yoo…
-
Toma un
plato. – le dije señalando sobre la mesa que tenía a su lado.
-
¿Qué? – dijo
desconcertada pero tomó un plato de los que estaban al lado de la mesa.
-
Ahora
arrójalo al suelo. – dije con voz fuerte. Ella me miró confusa. Tomé su mano e
hice que lo arrojase al suelo. El plato se rompió en varios pedazos haciendo un
fuerte estruendo. Ella saltó del susto, miró asustada el plato que le había
ayudado a romper. La miré fijamente. – ahora pídele perdón. – susurré.
-
Pe-perdón –
susurró aun asustada. Le estaba pidiendo perdón al plato.
-
Dime – dije -
¿el plato ha vuelto a ser el mismo? ¿ha vuelto a ser como antes mágicamente? –
dije cada vez más alto.
-
No –
sollozaba.
-
¿Comprendes
ahora que no me vale de nada que lo sientas? – dije. Bajó la mirada llorando.
Me largué de allí. Salí inmediatamente y me subí a mi coche. No sabía a dónde
iría pero debía alejarme de ella.
Me había desquitado. Le
había gritado, la hice llorar, incluso le hice daño sujetándola tan fuertemente
del brazo. Pero eso de ningún modo me satisfacía. Ella… simplemente me dolía
más a mí hacerle algún tipo de daño. Pero aún más dolía lo que me había hecho. Debía
olvidarme por completo, ahora no tendría que verla por el trabajo de nuevo, ya
la había echado. Como pude llegué a mi casa y saqué de mi licorera algo de whisky.
Bebí sobre mi cama y me puse a escuchar música. De algún modo conseguí dormir.
Al día siguiente fui al
café consciente de que ella no estaría allí ni lo estaría jamás. Me pasé todo
el día pensando en lo que discutimos ayer. ¿Por qué me sentía mal? Ella era la
única que debía sentirse así. Respiraba hondo y volvía a mi trabajo. Uno de mis
empleados me observaba y me comentó.
-
Gong Yoo –
era mayor que yo – Todos sabemos lo que ha pasado. Pero creo que ya ha sido
suficiente ¿no crees? Ella también está sufriendo…
-
¿Otra vez con
eso? – dije tratando de ignorarle.
-
Sabía que la
echarías del café si descubrías que era mujer. – decía aunque tratase de no
escucharle. – Tú conoces su situación, ella no es rica. Necesita ganarse la
vida de un modo u otro. Ella es la responsable de su familia, hace el papel de
padre por su madre y su hermana. No podía permitirse perder un trabajo así como
así. Lo sabes – me decía. Comenzaba a oírle lamentablemente.
-
Aun así no
debió – dije con voz dura.
-
Sabes cómo es
ella – decía – creo que la conoces bastante bien como para saber que, aunque no
pensó en tus sentimientos como esperabas, no quería hacerte daño. Ella lleva
una gran carga con su familia. Realmente es una estupidez que os alejéis por
cosas así.
-
Ya está bien
– dije levantándome. No iba a oírle ni un minuto más. Me marché de la cafetería
y me fui a un bar cercano.
Era de día aun pero
necesitaba algo de alcohol. Me senté en la barra y pedía copa tras copa. ¿Qué
demonios iba a hacer? Esto jamás me había pasado antes… Saqué mi teléfono
móvil. Busqué la galería de imágenes y allí estaba Eun Chan. Sonriendo en
muchas fotos, en otras durmiendo. Le había tomado fotos junto al personal del
café. ¿Qué me había hecho aquella chica que había conseguido que, aun
haciéndome creer que era un hombre, me enamorase de ella? Reí algo ebrio. Debía
olvidarla así que pedí más alcohol. A mi
lado observé una caja de plata. Tragué saliva, no pensé en que fuera de
alguien, de todas formas no me importaba. Acerqué la cajita delante de mío y la
observé detenidamente unos segundos. La abrí y había galletas dentro. ¿Quién
las dejaría? De todos modos cogí unas cuantas y las saqué fuera de la caja.
Sonreí. Eran aquellas estúpidas galletitas de la fortuna. Suspiré y escogí una.
Extraje una tira de papel de ella y ponía en cursiva “Mas si existiera el camino de olvidarte, yo voy siguiendo el camino de quererte”. Sonreí estúpidamente. Ni hablar, aquella tirita no iba para mí. Yo a esa chica la olvidaría por completo. Algo desesperado comencé a abrir las otras galletitas y extraía tiritas de papel de ellas, simplemente ponía en todas lo mismo, en cursiva “Tu suerte ya está dicha” ¿Qué maldita sea significaba eso? Tiré la caja de plata al suelo y bebí lo que me acababan de servir en una copa de golpe. Me levanté de allí tambaleándome y dejando algunos billetes sobre la barra. No iba a conducir, no podía así. Me tumbé en el asiento delantero y lloré ebrio hasta que finalmente me quedé dormido.
El vigilante del parking me tocó la ventanilla de mi coche unas horas después. Ya era de noche. Le hice un gesto con la mano. Ya estaba mejor así que conduje hasta casa y me encerré a trabajar en el portátil. ¿Pero acaso dejé de torturarme mentalmente? No. No podía. Esto me estaba matando. Salí a tomar el aire a un parque cercano. Se me estaba yendo de las manos… ¿Qué iba a hacer? Sé que perdonar era difícil pero… más difícil era olvidarla a ella. No podría. Así que me puse a pensar ¿De verdad? ¿De verdad podrías seguir viviendo sin ella? ¿En serio la olvidarás para siempre? Entonces descubrí lentamente que no. Me era imposible. Sea lo que sea yo la seguía queriendo. Entonces… el hecho de que sea mujer era incluso mejor. ¿Acaso no era aquello lo que más deseaba en la vida? Debía ponerme en el lugar de Eun Chan también, ella no lo hizo a propósito. Además… si era verdad que aquel mismo día me lo iba a confesar entonces ¿Qué caso tiene querer olvidarla? Con la cabeza más despejada y en silencio pude ver que al fin y al cabo lo único que al final querría era a ella. Así que en mi interior decidí perdonarla. No podía manejar más esta situación. No podía. Yo la quería.
Cogí el coche y fui camino a la casa de Eun Chan. Las luces estaban apagadas excepto una, era una habitación. Me quedé dentro del coche observando la luz que se veía en una de las ventanas de su casa. De repente se apagó. Decidí que sería mejor marcharme pero vi que la puerta principal de su casa se abría. Eun Chan salía con ropa sport, parecía que salía a correr. Llevaba una botella de agua en las manos. Sonreí. Se vía genial corriendo. Fue hasta un parque cercano y yo la seguí de cerca con el coche. Dio unas cuantas vueltas allí y yo decidí bajar cuando ella se alejaba en su recorrido circular alrededor del parque. Me senté en uno de los bancos y decidí esperar a que volviese. Pasó corriendo por mi lado pero se detuvo unos metros más allá, corrió hacia atrás y me vio. Se quedó quieta y yo no sabía qué hacer o decir.
- Jefe… – dijo ella sorprendida.
- Hola – respondí sin expresión alguna.
- ¿Qué… qué está haciendo por aquí de noche?
- Paseaba – me aclaré la garganta. – qué... coincidencia.
- Vaya – dijo lentamente – yo ya me iba – dijo como disculpándose.
- ¿Por qué? – dije sin pensar. Me miró confusa.
- Pues… - pensó - ¿tiene… algo que decirme? – me puse nervioso.
- Siéntate. – le dije señalando a mi lado. Se acercó lentamente con algo de temor. ¡Qué estúpido! Tenía miedo de mí. Obviamente le había hecho daño antes.
- Dígame – dijo lentamente mientras se sobaba las piernas con las manos. Hacía algo de frío.
- ¿Tienes frío? – dije preocupado, me miró aun más confusa.
- No. – mintió. – Yo… sé que no debo volver al trabajo, lo tengo bastante claro. De verdad que lo siento – se levantó – no me volverá a ver nunca más si es eso lo que desea. – iba a marcharse.
- No – dije para que no se fuera – yo… - se quedó quieta. – Eun Chan, no puedo. De verdad que no puedo. No sé… qué hacer. Pero, no puedes desaparecer de mi mente. – entreabrió los labios y volvió a sentarse.
- Lo siento – se disculpó por enésima vez.
- Lo siento yo – dije – por gritarte de esa manera. Estaba furioso… no sabía lo que hacía. No debí…
- Está bien. – dijo ella.
- Me he preguntado muchas veces si era capaz pero… no puedo. Así que he decidido que no me importa nada esta vez de verdad. Me he preguntado muchas veces si podía vivir sin ti pero… tampoco puedo. – reí como un estúpido – Así que he decidido que no te perderé por ello.
- ¿Qué…?– dijo sollozando. ¿Otra vez llorando? Gong Yoo… eres un idiota por hacerla llorar.
- No llores. – arrugué el entrecejo. Pero ella se abrazó a mí de repente y lloró con más fuerza. Me quedé quieto mientras dejaba que se abrazase a mí. No sabía qué hacer así que lo único que se me ocurrió fue acariciar su cabeza con la mano. Acerqué mi rostro a su pelo y suspiré. Estuvimos un rato así, no sé cuánto. – mentiste. – dije de repente. Ella se alejó de mí y me observó con cuidado. – estabas muriéndote de frío… - sonreí. Suspiró aliviada y sonrió.
La acompañé hasta su casa y me despedí de ella con un beso. Volví a la mía y por primera vez en dos semanas casi pude dormir tranquilo. A la mañana siguiente lo primero que hice fue llamarla y decirle que ese día fuese al café. Supongo que sus compañeros de trabajo estaban esperando por verla. Vino nada más salir de la uni. Sus compañeros de trabajo la recibieron alegres y ella no podía estar más contenta.
- Eun Chan – dije delante de todos – te veo dentro. – dije refiriéndome a la cocina interior. Todos comenzaron a cuchichear y a reír divertidos. Ella asintió con una sonrisa. Y me siguió a la cocina.
- ¿Quería algo Sr. Gong Yoo? – Sonreí. Extrañaba tanto aquella sonrisa.
- Sí – respondí aclarándome la garganta. – sigues sin poder volver al trabajo. Es decir, continúas despedida.
- ¿Qué? – decía perpleja.
- ¿De verdad creíste que podías seguir trabajando vestida de hombre? – pregunté. – Jamás. – dije tomando su mano.
- ¿Y… cómo espera que consiga empleo tan rápidamente? – dijo con un puchero.
- No… hace falta que trabajes. – dije lentamente – de ahora en adelante deja todos aquellos trabajos que haces. Es peligroso que te sobre esfuerces de esa manera.
- Ni hablar – soltó mi mano – ¿de qué viviré?
- Yo me encargaré.
- Eso puede con mi orgullo. – respondió inmediatamente. Seguiré trabajando. Pero no aquí ya que sigo despedida. – enarcó una ceja.
- ¿Por qué eres tan…? – testaruda. Eso era. – da igual. Yo te ayudaré. Déjalo todo.
- No. – dijo otra vez – lo he hecho siempre. No necesito que alguien me ayude. – Respiré hondo y con paciencia.
- Eun Chan… - dije amenazador – hablaremos de eso luego – me miró desafiante. – No me mires así.
- ¿Por qué? – dijo mirándome de más cerca – bueno, supongo que ahora que no trabajo aquí tendremos menos tiempo para vernos – mierda… es verdad – así que si tengo algo tiempo, ya que trabajo constantemente, – remarcó – nos veremos algún fin de semana… - sonrió.
- Ni hablar - ¿solo algunos fines de semana? – te buscaré todos los días después de tus clases. – dije seguro.
- Oh, pues sería para llevarme al trabajo… he de trabajar…
- No puedo – dije exasperado – contigo.
- Vaya – sonreía divertida – pero fue su petición el dejar este trabajo…
- Está bien – me rendí – pero trabajarás sin vestirte de hombre y solo en mi presencia. Además… harás otras cosas que las que haces, menos forzosas. Tendrás un horario más cómodo. Y… te subiré el sueldo por condición… femenina…
- No quiero nada de eso – dijo frunciendo el ceño – estaba MUY bien antes. Quiero seguir así.
- ¿Por qué no me escuchas? – dije desesperado. ¿Acaso no veía que quería lo mejor para ella? - ¿Es que no aceptas mis condiciones de trabajo?
- De ningún modo. – dijo con un puchero. – Sr. Gong Yoo… - dijo peligrosamente cerca de mi rostro - ¿Por qué no puedo? – cogió entre sus dedos mi corbata y jugó con ella mientras la observaba – He trabajado bien ¿verdad? Además… no me he hecho ningún daño hasta ahora trabajando… - dijo muy cerca de mi rostro. ¿Quería darme un infarto? – Por favor… - susurraba.
- Eun Chan… - sonrió y besó mis labios fugazmente. Luego se giró y se iba a marchar ¿Estaba bromeando? Ni hablar. Cogí su brazo y la giré hacia mí. La besé como debía de ser y me rendí. ¿Iba a dejar que esa chica me manipulase de aquella manera? No podía resistirme…
- ¿Entonces puedo? – dijo con ojos brillosos mientras nos separábamos.
- Haz lo que quieras. – dije poniendo los ojos en blanco. Por la puerta se apareció uno de mis empleados, compañero de Eun Chan.
- Oh – sonrió - ¿interrumpo algo?
- Nada – dije con cara de póker.
- Por cierto… - dijo él mientras veía que Eun Chan se ruborizaba – antes yo tampoco sabía que eras chica. No puede ser – se preocupó – iba al baño constantemente y tú también estabas… ¿lo viste? – dijo refiriéndose a su… aparato reproductor. ¡Puaj! Realmente moriría si ella lo había visto.
- Oh, eso – dijo Eun Chan despreocupada – lo vi. – se encogió de hombros.
- Estás muerto – le dije.
- Hyung – dijo corriendo – yo no sabía que era mujer.
Y lo estaba planeando todo. Eun Chan aun era joven y universitaria. Pero no iba a permitir que se alejase un minuto de mi lado así que lo tenía muy claro. Se iba a vivir conmigo. ¿Había algún problema? Ya era mayor de edad. Además… no creo que sea un problema dejar a su madre y hermana viviendo solas. Si tenía problemas económicos yo fácilmente podía solventarlos. No tenía excusa esta vez.
- ¿Está completamente loco? – dijo Eun Chan al oírme decir eso. Estábamos fuera del campus. Había ido a recogerla, estaban allí sus amigos. Al parecer Mi Ho, la amiga que me dijo que le gustaba, tenía novio. Luego aquellos dos jóvenes cantantes y un extranjero. La pequeña Shin Hye también se encontraba en la puerta.
- ¿Por qué? – pregunté ofendido, sus amigos observaban la escena divertidos.
- ¿Por qué? – repitió – tengo una casa. ¿Por qué necesitaría vivir en otra?
- Porque de ese modo… estaríamos juntos todos los días. – me miró confusa.
- Pero ya lo estamos en el trabajo, toda la tarde. – dijo. No me entendía… Al parecer su amiga, Mi Ho, sí. Cogió a su novio por la mano y dijo a los demás que la siguieran. Nos quedamos solos Eun Chan y yo en una esquina.
- Haz lo que quieras – dije encogiéndome de hombros – pero olvídate de seguir trabajando en mi café. – Me miró aun más perpleja.
- Sr. Gong Yoo, aun soy muy joven – dijo sonriendo.
- Pero… eres mayor de edad. – dije con un puchero – tampoco te estoy pidiendo que tengamos diez hijos y que estés hasta que te mueras. – aunque querría hacerlo… - Oh, y otra cosa. Ya no me trates de a “usted”. Es molesto.
- ¿Sr Gong Yoo? – dijo divertida.
- Sí. Ahora soy “tú”. Incluso en el trabajo. Me hablarás de a “tú”, olvida el “usted”.
- Cómo quiera…
- Tsk – dije regañándola.
- Cómo quieras – se corrigió sonriendo.
- Bueno. – dije al fin – recoge tus cosas esta tarde. Mañana te mudarás conmigo.
- He dicho que aún es pronto. – repitió.
- Eun Chan – dije exasperado – ¿Es que no comprendes cómo me siento?
- ¿Qué tanta prisa tienes? – dijo riendo – no voy a envejecer por arte de magia en un par de días…
- Cásate conmigo – interrumpí. Se quedó perpleja.
- ¿Qué? – fue lo único que salió de sus labios.
- Que… - tragué saliva. Ya se lo había pedido. No había marcha atrás. – te cases conmigo. – ella seguía con los ojos de sorpresa, brillaban. Sus labios entreabiertos.
- ¿Có-cómo dices? – volvió a preguntar.
- No me hagas repetirlo más veces – dije. Respiré hondo – sé que me dirás que aun eres joven y blah, blah, pero yo ya tengo una edad que me obliga a casarme…
- Como si tuviera que ver conmigo… - susurró con un puchero.
- Está bien, entonces olvídate de mí, iré a las citas a ciegas que me concertó mi madre… - dije con un puchero también. Me di la vuelta.
- Está bien, está bien – me cogió del brazo. Sonrió – como tú quieras.
- Ven a vivir conmigo. Si no es ahora algo más adelante pero también deseo que te cases conmigo. - acaricié su cabeza con la mano - ¿mm?
- Yo… también te quiero para siempre. – sonrió tierna. – entonces, aunque no sea ahora, acepto. – rió. Me abrazó fuertemente y yo la levanté al vuelo. Estaba en mis brazos, tan pequeña, tan frágil. Sonrió cerca de mis labios. - ¿No tienes un anillo?
- Ehm – no aun no lo compraba – improvisé – me disculpé con una sonrisa. Ella se mordió el labio inferior mirándome con amenaza.
- ¿Me pides matrimonio y no tienes un anillo? – dijo falsamente enfadada.
- Te lo compraré luego. Si quieres vamos ahora. – reí. Volví a abrazarla y susurré besando su pelo – pero cásate conmigo.
- Desde luego. – dijo enterrando su rostro bajo mi barbilla. – no bromees más con lo de las citas a ciegas… - me golpeó levemente con el puño.
- Me olvidé preguntar… ¿De verdad no quieres diez hijos? – dije divertido.
- ¿Estás demente? – dijo levantándose de golpe. Me miró negando con la cabeza – con un par me bastan. – Sonrió. Tomé su rostro entre mis manos.
- A mí también. – reí feliz.
Otro final de cuento de hadas xD Realmente amé a esta pareja en el drama original, tanto que no podría emparejarlos con otros personajes de otros dramas *-* Coffee prince es una serie que recomiendo muchísimo, otro clásico. Y con esto acaba otra historia, ahora solo quedan dos capítulos (los otros dos desenlaces) y el epílogo. Con esta hermosa imagen me despido >.< Nos vemos el Jueves :D
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